Revista Rambla sobre Los Colonos del Caudillo
REVISTA RAMBLA
LOS COLONOS DEL CAUDILLO. Lucía Palacios y Dietmar Post
Miguel Ángel Martín Maestro
Miércoles, 16 de Octubre de 2013
En la próxima edición del festival de cine de Valladolid, en su sección Tiempo de Historia, se proyectará, los días 23 y 25 de octubre, la película “Los colonos del Caudillo”, dirigida por Lucía Palacios y Dietmar Post, y aprovechamos la ocasión para hacer esta entrevista Valladolid-Berlín a través de las nuevas tecnologías
Dietmar y Lucía, ¿cómo y cuándo surge la idea de retratar la España real ante el espejo de su pasado?
Dietmar: En 1999 visité por primera vez a la familia de Lucía en un pueblo de Ciudad Real. De camino a su pueblo, en la autovía IV, me fijé en una señal que indicaba la salida a “Llanos del Caudillo”. Mi primera reacción fue de estupor, claro, pero la segunda fue de curiosidad, quería saber más sobre el pueblo detrás de ese nombre.
Lucía: Yo nací y crecí a unos 40 kilómetros de Llanos del Caudillo. Cuando estudiaba en Madrid y visitaba a mis padres pasaba por la señal de la que habla Dietmar y, aunque me irritaba el nombre, no le daba demasiada importancia. Fue más tarde, cuando ya vivía en Nueva York, cuando empecé a interesarme más por la historia reciente de España (que, dicho sea de paso, apenas se nos enseñó en la escuela) y, en consecuencia, a darme cuenta de que algo falla si en un país democrático se permite que sus calles y pueblos lleven el nombre de criminales de guerra.
En vuestro trabajo de documentación y de investigación previo al rodaje, o simultáneo al mismo, ¿os sorprendió la falta de compromiso político para reparar a las víctimas de la dictadura?
Sí y no. Por un lado, sí nos parecía sorprendente que en 35 años de democracia el estado español no hubiese sido capaz de condenar el golpe de estado y la dictadura oficialmente en el Congreso de los Diputados. Por otro lado, no, ya que la falta de compromiso político de la que hablas es consecuencia de una transición sin terminar. No somos de la opinión de que todo se hizo mal durante la transición, pero ciertamente fue un grave error imponer ese silencio sobre el franquismo.
Desde un país como en el que vivís, la Alemania que, de una manera u otra, se ha enfrentado a un pasado criminal como pocos, donde el homenaje al holocausto está presente en multitud de rincones de Berlín, ¿cómo asumís que en España se siga honrando a multitud de militares golpistas, ministros de la dictadura, ideólogos fascistas en calles y plazas de España?
Dietmar: Hay grandes diferencias entre la historia de la España fascista y la Alemania fascista. Una muy importante es que Alemania fascista fue derrotada en una guerra terrible tras la que los aliados imponen sus leyes y una democracia. Pero la Alemania post-hitleriana no fue tan modélica. Quedaban pocos alemanes que realmente creían en la democracia. Muchos habían muerto o estaban en el exilio. Los viejos nazis volvieron a ocupar puestos claves en la judicatura, la policía, la industria y las administraciones. Esa situación empezó a cambiar a partir de finales de los 50. Fue clave la obra de personas como el juez Fritz Bauer, quien logró que por primera vez después del juicio de Nuremberg víctimas del nazismo pudiesen hablar ante la justicia. Bauer fue también quien dio con la pista de Eichmann. Esos juicios obtuvieron un eco internacional y ayudaron a cambiar la sociedad alemana.
El caso de España es diferente. Franco no fue elegido en las urnas,
sino que necesitó un golpe de estado apoyado por los industriales, las
grandes fortunas, los terratenientes, periódicos como el ABC o la
iglesia católica. El golpe se convierte en una guerra entre pobres y
ricos. Franco siembra el terror entre la población humilde que, por
razones obvias, había apoyado a las reformas de la república. Y eso sí
que es una característica común de Franco y Hitler, el odio hacia la
democracia. Los primeros en sufrir la represión fueron sus contrincantes
políticos (socialdemócratas, comunistas, anarquistas, sindicalistas,
etc).
La democracia no llega a España a través de una revolución como en
Portugal, ni después de una derrota total y ocupación como en Alemania.
El sucesor de Franco instala una democracia, no rompiendo del todo con
lo anterior pero intentando convertir el estado español en una
democracia moderna. La así llamada transición. Se forja un pacto entre
la oposición y los que vienen del antiguo régimen para crear una nueva
democracia. Pero se silencia todo lo referente a la guerra civil y la
dictatura.
Cuando surge la idea del documental, ¿pensais sólo en retratar la
vida diaria en un pueblo de colonos asentados por el franquismo tras la
guerra civil y que piensan de su origen y de las razones de su
asentamiento o también proyectábais ya dar una vuelta de tuerca sobre la
realidad del franquismo en la España actual?
En casi todos los documentales que hemos hecho hasta la fecha hemos
intentado colocar fenómenos aislados en el marco de un contexto
sociopolítico e histórico. Ninguna persona, ninguna comunidad nace de la
nada. Por otro lado, nuestra intención en el caso de “Los Colonos del
Caudillo” nunca fue hacer un retrato de un pueblo pintoresco y punto.
Llanos del Caudillo no era un caso aislado sino que formaba parte de un
proyecto de colonización interior gigantesco que afectó a unas 50.000
familias en España. Eso en los años 50 significaba que por lo menos un
cuarto de millón de personas habían tenido experiencias similares. Por
añadidura creemos poder decir que bajo una dictadura siempre hay ese
intento de convertir a todos los seres en seres iguales, súbditos y
fieles a un caudillo o líder. Quisimos saber cuáles eran los conceptos y
la ideología de los fascistas en España, que en su origen eran casi
idénticos a los de Alemania o Italia. Un vistazo a los libros de texto
de aquella época revelan por qué la historia de Llanos de Caudillo
refleja perfectamente la historia de todo un país. Por cierto, estos
libros -la enciclopedia Alvarez- se re-editaron hace unos años y se
vendieron como churros, algo que debería estar prohibido, por su
contenido racista e históricamente falso.
Existiendo una mal llamada Ley de Memoria Histórica en España ¿qué
os sugiere el hecho de que España sea el segundo país del mundo, detrás
de Camboya, con mayor número de desaparecidos enterrados en campos y
cunetas y que el Estado no haga nada por reparar esta circunstancia?
Es algo que nos entristece y preocupa. Hace apenas unos días publicaba
El País: “El Congreso de los Diputados ha rechazado solo con los votos
del PP una moción de CiU para acabar con la simbología totalitaria y
nazi que incita a la violencia y al odio. El texto había sido
consensuado con el PSOE, IU, UPyD y UPN e incluía que fueran delitos la
apología y el enaltecimiento del franquismo”.
En España hizo falta un golpe de estado en 1936 para acabar con la
democracia y el progreso. El pueblo español se opuso a aquel golpe pero
el precio que tuvo que pagar fue muy alto. George Orwell calificó la
guerra civil no como guerra “entre hermanos” sino como una guerra entre
ricos contra pobres. Sacar ahora a esos desaparecidos de las fosas
comunes provoca miedo y recelo en mucha gente. Puede implicar que quizás
el abuelo o el padre fue uno de los asesinos.
Durante el rodaje del documental supongo que viviríais el proceso
judicial contra Garzón acusado de prevaricación por pretender investigar
los crímenes del franquismo al catalogarlos como crímenes contra la
humanidad, ¿qué pensasteis? ¿Os sorprendió que el país que dio lugar al
principio de jurisdicción universal en los crímenes contra la humanidad
se comportara así con sus propias víctimas y que el juez que fue alabado
por detener a Pinochet fuera tratado así al intentar buscar a los
asesinos en su propio pais?
Es vergonzoso lo que hicieron con Garzón. Durante el rodaje de la
película nos metimos con la cámara y el micrófono entre los
manifestantes en Abril del 2010, cuando tuvo lugar una manifestación en
apoyo a Garzón y escuchamos muchas historias de víctimas. Una de ellas
sale en el documental.
Dietmar: Yo como alemán dije después que, en el fondo, esta
manifestación tan pacífica era la primera en contra de Franco durante
los años de democracia. España tiene que afrontar el tema sea como sea.
En cuanto a si nos sorprendió, no, no nos sorprendió del todo. Ten en
cuenta que hay un sector ultraconservador -defensor del modelo
franquista- dentro de la judicatura en España. Eso explica muchas cosas.
¿Intentasteis conseguir algún dato para conocer realmente cuántos
juzgados en España intentaron investigar y obtener algún resultado tras
el hallazgo de restos humanos procedentes de ejecuciones a sangre fría
durante y después de nuestra guerra civil y cuántos dieron carpetazo a
las notificaciones desde un primer momento?
No. Nuestra película no va tanto sobre las víctimas de la dictadura
-aunque por supuesto se habla de ello-, sino más bien sobre el
franquismo como sistema corrupto y sobre la vida diaria de los
ciudadanos bajo el mismo. Pero sí intentamos conseguir datos y cifras.
Cuando empezamos a investigar el tema en 1999 era casi imposible obtener
cifras fiables.
Dietmar: A mí como alemán me sorprendía muchísimo porque en Alemania
todo eso se ha hecho, y además estoy convencido de que hay que saber de
cada caso y hay que ver la magnitud de los crímenes cometidos. Si tú
matas a una persona te llaman asesino, si matas a 100.000 te deberían
llamar asesino de masas. El 50% de españoles piensa que Franco no fue un
dictador -o por lo menos no uno “de verdad”- y mucho menos un asesino.
Llamar asesino a Franco es terreno prohibido y en ese terreno se mueve
nuestro documental.
Lucía: Creo que a mí me costó más que a Dietmar aceptar que
efectivamente existe ese franquismo residual del que hablas. No lo
esperaba en esa magnitud. Que un colono de casi 80 años me diga que
“Franco fue el mejor gobernante que jamás ha tenido España” me sorprende
y duele mucho menos que el que un joven de 20 confiese que a él le “da
igual el mal que Franco hiciera, porque a él solo le importa lo que hizo
por su pueblo”.
No hemos dado con ningún familiar de represaliados que busque venganza.
No creemos que busquen venganza. Buscan justicia. Eso es todo. Quieren
que por fin haya un perdón oficial, una condena de la dictadura en el
congreso de los diputados, que es la representación del pueblo. Donde sí
hemos percibido cierta agresividad ha sido en los testimonios de las
personas que defiende al dictador. No en todos, pero sí en varios de
ellos.
Fílmicamente ¿habéis conseguido difundir este documental en España
con normalidad o notáis que las heridas de la guerra civil siguen
falsamente cicatrizadas?
La SEMINICI ha sido el único festival importante en España que ha
seleccionado “Los Colonos del Caudillo”. Todos los demás la han
rechazado, y estamos convencidos de que esto tiene que ver con la
temática de la película.
En general, hemos apreciado un rechazo total a involucrarse en un
documental político, como es el nuestro. A veces nos preguntamos si es
que todavía vale una frase que se oía bajo el franquismo, “para qué
hablar de política, la política no puede traer nada bueno”.
Creemos que los ciudadanos de este país -o al menos su mayoría- son
políticamente lo suficientemente maduros como para debatir sobre
cualquier tema con normalidad. Por otro lado, nuestra película no abre
heridas que se creían ya cicatrizadas, sino que obliga de algún modo al
espectador a hacerse preguntas y eso, en nuestra opinión, siempre es
positivo.
Rafael Poch, periodista para la Vanguardia, escribía en un artículo que
“Los Colonos del Caudillo” ofrece un espejo a la sociedad española.
Precisamente cuando ésta se adentra en lo que parece va a ser la
tormenta perfecta de la eurocrisis, con una triple discusión nacional ya
en marcha, sobre el recorte y la estafa social, sobre los nacionalismos
y su convivencia en el reino, y sobre su dramática historia. Pocas
veces llega una película tan a propósito de los tiempos. Quizá por eso
este documental de referencia ha sido, de momento, excluido de todos los
festivales cinematográficos españoles en los que se ha presentado.
España ha recibido cuatro recomendaciones, tanto del Consejo de
Europa como de la ONU para que proceda a investigar estos crímenes y
repare a las víctimas y sin embargo hace caso omiso a las mismas, y
mientras vosotros os las teneis que ver con Utrera Molina y Felipe
González, un ministro franquista que no se arrepiente de nada y un
expresidente de gobierno que prefiere pasar página, ¿en Alemania sería
posible que en el Parlamento no pudiera aprobarse una resolución que
condenara al nazismo? ¿Se entendería que la CDU sistemáticamente se
negara a condenar a Hitler y no hubiera querido recuperar, de haber
existido, los restos de los masacrados por el régimen hitleriano?
Dietmar: Esta pregunta la hemos respondido en parte anteriormente
cuando hablábamos de la diferencia entre la historia de la Alemania
fascista que fue derrotada y la España fascista que se muere en la cama.
En Alemania no fue tan modélico el trato de la memoria histórica, pero
llevamos más años de democracia y quizás tenga que ver con eso. La
derecha alemana es una derecha moderada que se ha ido desvinculando de
cualquier idea totalitaria. Pero fue un largo camino. Yo recuerdo
perfectamente como el primer ministro bávaro Franz Josef Strauss (CSU)
presumía de ser amigo de Pinochet. O cuando el primer ministro de
Baden-Wuertemberg Hans-Jörg Filbinger (CDU) tuvo que dimitir por haber
sido juez nazi. Hasta tuvimos un canciller nazi: Kurt-Georg Kiesinger
(CDU). A Willy Brandt (SPD) la prensa sensacionalista le llamaba
abiertamente traidor porque había luchado contra Hitler. Hasta Helmut
Kohl (CDU) tuvo sus lapsus cuando fue a visitar con Ronald Reagan un
cementerio de la SS. Y ¿qué me dices de Konrad Adenauer (CDU) quien en
su visita a España en 1967 alabó a Franco?
¿Intentasteis entrevistar a algún personaje público que no quiso explicar su posición ante la cámara?
No. Pero algunos de los defensores de Franco (excepto Utrera Molina) no
querían hablar. A una persona (que es clave para entender la jerarquía
dentro del pueblo) nos costó cuatro años convencerle. Todos tenían en
común ese rechazo a hablar de política. ¿Qué raro, verdad?
También nos pasó algo muy interesante con un ex-ministro de Franco y
personaje importante dentro del AP y más tarde del PP. Cuando
presentamos un rough cut de la película en Berlín habíamos organizado un
debate con Felipe González, Carlos Castresana y Emilio Silva. Habíamos
invitado a varios miembros del PP, de los cuales solamente uno nos
respondió: Fernando Suaréz González, Ministro de Trabajo en el último
gobierno de Franco. Creemos que su respuesta refleja perfectamente un
modo de pensar muy extendido entre los conservadores en España:
“Al regreso de un viaje encuentro su fax invitándome al panel del 28 de
octubre. Como saben el Instituto Cervantes, la Fundación Ebert y la
Embajada de España en Berlín, presto siempre mi colaboración a cuantos
desean profundizar con objetividad en el conocimiento de nuestra
compleja historia contemporánea. En esta ocasión, sin embargo, no me
resulta posible, dado que los organizadores consideran a Franco un
usurpador. Entendería que esa fuera la opinión de un sector de los
participantes, pero no puedo aceptar que la hagan suya los organizadores
del acto, que seguramente no han valorado las consecuencias que tiene
tal deslegitimación para la Corona de España.”
Decir que no fue un golpe de estado significa negar la verdad
histórica. Ese es el dilema de la transición, que no fue capaz de
establecer una “Comisión de Verdad” para que todos los españoles
estuviesen informados sobre lo que pasó.
¿Cuál ha sido vuestra finalidad con este documental? ¿reflejar una
realidad o utilizar el cine, como sostenemos algunos, como arma de
resistencia, como elemento necesario para mantener un discurso contra
la injusticia y despertar algún tipo de reacción ciudadana?
Lucia: Una cosa no elimina la otra. El cine puede ser revulsivo social,
político, etc. reflejando la realidad. Piensa en el neorrealismo
italiano o en las películas de los hermanos Dardenne o Claude Lanzmann.
Dietmar: A Bob Dylan le hicieron una pregunta similar y su respuesta
fue: “El buen arte no da respuestas sino que provoca preguntas”.
¿Cómo afrontáis el pase de vuestro documental en el festival de
Valladolid? ¿teneis esperanzas de alcanzar una distribución comercial
del film u os tendréis que contentar con pases en instituciones afines a
la memoria histórica y colectivos sensibilizados con el tema?
Estamos muy contentos de poder celebrar el estreno de la película en la
SEMINICI, un festival del que siempre hemos sido admiradores. Creemos
que es el marco perfecto.
En cuanto a las esperanzas de una distribución comercial, y como ya
decíamos antes, haría falta mucha voluntad por parte de las
distribuidoras españolas. Un crítico comparó la importancia de nuestra
película con la que en su tiempo tuvo “La Pelota Vasca” de Julio Medem.
Medem consiguió un taquillazo con una película política.
Pero si las distribuidoras la rechazan -por las razones que sean-
organizaremos un cine ambulante, alquilando una furgoneta, montando el
chiringuito en cada pueblo y proyectando en plazas, centros culturales,
cines, etc. En este caso, y respondiendo a tu segunda pregunta, sí que
dependeremos de instituciones y colectivos afines a la memoria
histórica, con muchos de los cuales ya estamos en contacto. Pero
queremos llegar a un público más allá de la gente ya convencida.
Para concluir, ¿sabeis que en la ciudad donde vais a exhibir el
documental persisten una veintena de calles y lugares que rememoran
personajes de la dictadura, ministros como Girón, José Luis Arrese,
monumentos a Onésimo Redondo fundador de las JONS, localidades que
llevan como apellido el de algún jerarca del régimen? Por curiosidad,
¿en Alemania conoceis ejemplos similares?
Sí, lo sabemos.
Dietmar: En Alemania quedan muy pocos casos, pero existen. Por ejemplo,
aquí en Berlín existe la Avenida Española (Spanische Allee). Parece un
nombre inofensivo pero la historia de por qué se llama así lo es menos.
En junio de 1939 se cambia el nombre de Wannseestrasse a Spanische Allee
para celebrar el regreso de la Legión Cóndor. 15.000 soldados
atravesaron la puerta de Brandenburgo y Hitler en un discurso alabó los
crímenes cometidos en España como “una lucha por Alemania” y “una
lección para nuestros enemigos”. El texto oficial rezaba: “Con el cambio
de nombre de la avenida, Alemania expresa su amistad con la España
fascista.”
No como alemán (la nacionalidad que uno tiene la tiene por casualidad) sino como demócrata me avergüenza esta historia.
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