Los colonos del Caudillo por Marlise Bassfeld

LOS COLONOS DEL CAUDILLO: un documental marcado por el coraje de escuchar y dejar hablar sobre el régimen de Franco.
Por Marlise Bassfeld (texto en español y portugués)



“Los colonos del Caudillo” (2013), dirigida y producida por los cineastas Lucía Palacios y Dietmar Post, es un documental que invita a la reflexión. Sus protagonistas principales son habitantes del pueblo Llanos del Caudillo, ubicado a treinta kilómetros al sur de Madrid y que hoy cuenta con cerca de 800 habitantes.

Es una emblemática obra sobre la colonización agraria en el período dictatorial (1936-1975) de Francisco Franco (1892-1975). Una característica conceptual de la película que impresiona es el hecho de que la palabra siempre se cede a los entrevistados, de modo que el entrevistador se sirve del desapego del micrófono para mantenerse fuera de la escena, aunque esté presente y comprometido con la propuesta: intentar entender porqué décadas después de aquel período cruel en la historia española, todavía hay muchos que están de acuerdo o se posicionan de una manera intrigante, indiferente o no crítica, y ofrecer un análisis sociopolítico de lo que ese gobierno ejerció con mano de hierro durante casi cuarenta años, convirtiendo a Franco en un de los líderes más fríos y perversos de Europa occidental.

A lo largo del documental los directores respetan de forma valiente la libertad de expresión de los protagonistas y les instan a responder a cuestiones clave, tales como el hecho de que Llanos del Caudillo conserve su nombre, en claro homenaje al déspota torturador. (En ninguna ciudad de Alemania es posible un homenaje semejante al tirano Adolf Hitler).

Muchos ya no asocian el nombre de la ciudad con el líder español, que llegó a calificar al "vecino" portugués en el periódico francés “Le Figaro” (edición de 13.01.1958) como “el hombre más completo y respetable de todos los que he conocido". Salazar también era, en Portugal, responsable de torturar y asesinar en masa a quienes no estaban de acuerdo con sus ideas políticas y religiosas.
Desde el punto de vista antropológico, uno puede recurrir al belga-francés Claude Lévi-Strauss (1908-2009), quien estudió el comportamiento de los grupos sociales como una estructura fundada en una economía de intercambio. Esta misma estructura se repite en grupos sociales de diferentes geografías y tiempos históricos. De hecho, Llanos del Caudillo nació de una situación de desempleo, miseria y falta de perspectivas. Lo terrible del autoritarismo de Franco fue que el terreno otorgado a cada colono tenía representación de posesión de su subjetividad, de su condición humana: estar de acuerdo con todo, no quejarse de nada, fingir que lo que era abiertamente visible no se veía.

¿Cómo podemos entender este fenómeno, que se ha repetido y se repite en otros países? La lista es larga: en Alemania, con Hitler (1889-1945); en la Unión Soviética, con Stalin (1879-1953); en Chile, con Pinochet (1915-2006); en Argentina, con Videla (1925-2013); en Italia, con Mussolini (1883-1945), además del mencionado Salazar, en Portugal, y Hitler, el peor de todos, con millones de crímenes cometidos contra la humanidad.

En cada uno de los países mencionados, el fanatismo religioso y la alienación política resaltan la necesidad de construir un mito, porque la realidad les resultaría insoportable. Por otro lado, el sufrimiento de los incansables luchadores por la justicia social no siempre es reconocido y, a menudo, es tratado con demérito por segmentos despolitizados, leales a sus “dioses” populistas.

Esta tensión, que es evidente en el comportamiento grupal, fue investigada por Sigmund Freud en su trabajo "Psicología de las masas y análisis del yo" (“Massenpsychologie und Ich-Analyse”), en 1921. Freud afirma que no hay psicología de masas independientemente de la singular psicología que constituye un sujeto. Según esta teoría, los testimonios a lo largo del documental son multifacéticos y cada uno tiene sus razones – más o menos simbólicas o imaginarias – para expresar su opinión. Al espectador puede resultarle incómodo, e incluso provocarle tensión, ver que algunos protagonistas defienden las ideas de Franco incluso hoy.

Un siglo después del escrito de Freud, se puede ver que, en muchos otros países, en diferentes momentos históricos, la tensión social que existe entre quienes están a favor de un sistema de explotación y quienes se oponen a un régimen evidentemente injusto permanece.

En la coyuntura actual, se puede mencionar Brasil, cuyo presidente Jair Bolsonaro, conocido por sus posiciones de extrema derecha, permite que la población muera de hambre y sin protección, ahora también debido a la pandemia de Covid-19, porque trabaja en dirección a un Estado mínimo, de modo que la mayoría de la población brasileña, que necesitaría un Estado socialdemócrata fuerte, sufre y se encuentra completamente abandonada. ¿No es esta también una manera - refinada - de hacer el mismo trabajo sucio que los dictadores de antaño?

El documental “Los colonos del Caudillo” también está al servicio de hacernos pensar, de plantearnos otras interrogaciones, de girar nuestra mirada en una vista caleidoscópica, para ver más claramente los matices de este precioso trabajo, en sus dimensiones colectivas y singulares, y dentro de ellas, las dimensiones éticas, socioeconómicas, psicológicas, estéticas y religiosas.

Palacios y Post dedicaron varios años a investigar y establecer contacto con los habitantes de Llanos del Caudillo, invitándoles a compartir sus recuerdos y opiniones, más o menos representativos de una realidad que se extendió por los campos y entró en las casas de esa colonia ubicada en la provincia de Ciudad Real, en la comunidad de Castilla-La Mancha.

En este sentido, hay que destacar la fotografía del documental, un primor semiótico que ofrece tomas para una lectura paralela y actualizada de la cultura de los personajes, a través de una estética que valora la grabación de entornos en planos americanos y primeros planos realistas, sin intención de buscar el mejor semblante. En el campo visual  el documental es una obra maestra y un deleite para aquellos a quienes les guste observar con detalle las imágenes.

La iniciativa de buscar los mismos ángulos encontrados en las fotos antiguas, que ofrece la posibilidad de observar los cambios ambientales que han ocurrido con el paso del tiempo, es un placer estético ofrecido al espectador atento e interesado en el tema abordado.

Entre los testimonios, también se encuentran aquellos que hacen una lectura crítica de la colonización en Llanos del Caudillo – los politizados ahora y los resistentes de las viejas generaciones que siguen viviendo en la localidad. Defienden los valores democráticos y la justicia social, argumentan sin temor al infierno, con un brillo en sus ojos, ya separados de la alienación que se impuso al pueblo español desde 1936 hasta 1975.

Es importante destacar que en el año 2010, cuando se terminó la película, aún había varias familias en Llanos del Caudillo que no habían recibido las escrituras de propiedad de la casa y la tierra, cuestión terriblemente injusta y que queda reflejada en algunos testimonios. Por eso, el documental está lejos de tener un acento pos-moderno; además de ser histórico-crítico, apunta hacia un horizonte. Esto se debe a que no se trata de una lectura pasiva de los recuerdos reportados. El compromiso con la verdad de los hechos y el compromiso con una posición política contra los dictados de la extrema derecha y todas las formas de autoritarismo están presentes en esta preciosa obra de Palacios y Post. A través del documental, también es posible saber que, en 2013, las Naciones Unidas comenzaron a exigir a España la investigación de las desapariciones forzadas durante el franquismo.

Además, en imágenes de ayer y de hoy, resulta vibrante la aparición de un personaje cuya sonrisa a favor de la vida luce en las imágenes de su juventud y que aún conserva. Esta expresiva imagen remite a otro antropólogo francés, Marc Augé, en su libro "Bonheurs du jour - Anthropologie de l’instant" (2018) – “Alegrías del día”. Augé propone que en la vida vale la pena buscar alegría, a pesar de todo. “Le bonheur, malgré tout”, dice él.

En la coyuntura de la pandemia del Coronavirus, tuve la oportunidad de participar en un debate vía internet, en el que estuvieron presentes Lucía Palacios y Dietmar Post. Nos contaron que tardaron varios años en realizar el documental. Durante la extracción de los magníficos testimonios e imágenes, probablemente también se dieron la oportunidad de vivir intensamente las alegrías de la vida, dejándonos esta preciosa obra, una referencia al deseo de consolidar los valores democráticos en todos los rincones del mundo.

Marlise Bassfeld
Periodista y psicoanalista brasileño-alemana en Brasil, vive en Rheinfelden (Alemania) desde 2011, donde trabaja con niños de primaria, para quienes, entre otras funciones, imparte cursos relacionados con la integración social y cuestiones interculturales.
Rheinfelden, 26.5.2020





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LOS COLONOS DEL CAUDILLO – um documentário marcado pela coragem de ouvir e deixar falar sobre o regime franquista na colônia espanhola “Llanos del Caudillo”
Por Marlise Bassfeld

“Los colonos del Caudillo” (2013), dirigido e produzido pelos cineastas Lucía Palacios e Dieter Post, é um instigante documentário, cujos personagens são habitantes do município de Llanos del Caudillo, situado a trinta  quilômetros ao sul de Madrid, hoje com cerca de 800 habitantes.

Trata-se de uma emblemática obra acerca da colonização de agricultores no período ditatorial (1936-1975) de Francisco Franco (1892-1975). Um traço conceitual do filme impressiona pelo fato de que a palavra – seja qual seja – é sempre dada aos entrevistados, de modo que quem pergunta oferece o desprendimento de manter-se fora da cena, embora presente e comprometido com a proposta: como entender que décadas depois daquele cruel período da história espanhola ainda haja muitos que concordem ou se posicionem de modo conivente, indiferente ou, de modo acrítico, para uma análise sociopolítica do que representou aquele governo exercido com punho de ferro por quase quarenta anos, que tornou Franco um dos mais frios e perversos líderes da Europa ocidental.

No decorrer de todo o documentário, os diretores suportam bravamente acolher a liberdade de expressão dos personagens, a considerar que ofereceram questões significantes, tais como de que modo se torna possível a manutenção do nome do município “Llanos del Caudillo” – uma homenagem ao déspota torturador – quando em nenhuma cidade da Alemanha, por exemplo, há menção a alguma homenagem ao tirano Adolf Hitler?

Para muitos, o nome da cidade já não faz livre-associação ao do caudilho espanhol, que elogiou no jornal francês Le Figaro o “vizinho” português Carlos Salazar, como “o homem de Estado mais completo, mais respeitável de entre todos os que conheci”. Salazar também foi, em Portugal, o comandante de torturas e mortes em massa, a todos que discordassem de suas ideias políticas e religiosas.

Antropologicamente, pode-se recorrer a Claude Lévi-Strauss (1908-2009), que estudou o comportamento dos grupos sociais como uma estrutura fundada numa economia de trocas. De fato, Llanos del Caudillo nasceu de uma conjuntura de desemprego, miséria e falta de perspectivas. O pedaço de terra concedido a cada colono tinha representação de posse de sua subjetividade, de sua condição humana: concordar com tudo, não reclamar de nada, fazer de conta que não se via o que era escancaradamente visível.

Como então entender esse fenômeno que se repetiu e se repete em outros países? A lista é grande: na Alemanha, com Hitler (1889-1945); na União Soviética, com Stalin (1879-1953); no Chile, com Pinochet (1915-2006); na Argentina, com Videla (1925-2013); na Itália, com Mussolini (1883-1945), além dos já citados Salazar, em Portugal, e Hitler, o número um entre mandantes de crimes contra a humanidade.

Em cada um desses países mencionados, o fanatismo religioso e a alienação política evidenciam a necessidade da construção de um mito porque o sentido de realidade lhes seria insuportável. Por outro lado, o sofrimento dos incansáveis lutadores por justiça social nem sempre é reconhecido e com frequência é tratado com demérito pelos segmentos fieis a seus mandatários.

Essa tensão que se evidencia em comportamento de grupo, no entanto, também já foi investigada por Sigmund Freud, na obra “Psicologia das massas e análise do eu”, em 1921. Freud afirma que não existe psicologia das massas independentemente da singular psicologia que constitui um sujeito. Assim, os significantes que norteiam os depoimentos ao longo do documentário são multifacetados e cada um tem seus motivos – mais ou menos simbólicos – para tecer opinião. É incômodo, tenso de fato, constatar que há um ou outro personagem a defender ainda hoje as ideias franquistas.

Um século depois da escrita de Freud, pode-se observar que, em muitos outros países, em diferentes momentos históricos, a tensão social que existe entre os que se posicionam a favor de um sistema de exploração e os que contestam um regime evidentemente injusto permanece.

Na conjuntura atual, pode-se mencionar o Brasil, cujo presidente Bolsonaro, reconhecido por suas posições de extrema-direita, deixa que a população morra de fome e sem amparo, agora também em decorrência da pandemia do Covid-19, porque trabalha em direção a um Estado Mínimo, de modo que a maioria da população brasileira, que precisa de um Estado social-democrata, padece e se vê completamente abandonada. Não seria este também um modo – requintado – de fazer o mesmo serviço sujo dos demais ditadores de outrora?

O documentário “Los colonos del Caudillo” também está a serviço de fazer pensar, de trazer-nos outras interrogações, de girar-nos  o olhar em visão caleidoscópica, para vermos mais claramente as nuances desse precioso trabalho, em suas dimensões coletivas e singulares, e dentro delas, as dimensões éticas, socioeconômicas, psíquicas, estéticas e religiosas.

Palacios e Post se ocuparam por longos anos a pesquisar e inspirar que os habitantes de Llanos del Caudillo mostrassem suas lembranças e opiniões, mais ou menos representativas de uma realidade que se esparramava pelos campos e entrava nas casas daquela colônia situada na Cidade Real, na comunidade autónoma de Castilla-La Mancha.

Nesse aspecto, vale destacar a fotografia do documentário, um primor semiótico que oferece tomadas para uma leitura paralela e atualizada da cultura dos personagens, por meio de uma estética que valoriza o registro dos ambientes em planos americanos, closes e macrofotografia. Para quem gosta de observar detalhes imagéticos, o documentário é uma obra-prima no campo visual.

A iniciativa de buscar os mesmos ângulos encontrados em fotos antigas, que oferece a possibilidade de observar as mudanças ambientais ocorridas através do tempo, é um prazer estético oferecido ao espectador atento e interessado no tema abordado.

No roteiro das falas, estão vividamente também aqueles que fazem uma leitura crítica da colonização de Llanos del Caudillo – os politizados de agora, os resistentes das antigas gerações que permanecem na cidade. Eles trazem luz e abrem clareiras para potencializar os valores democráticos e da justiça social, argumentam sem medo do inferno, com brilho nos olhos, já descolados da alienação que foi imposta ao povo espanhol de 1936 até 1975.

É importante destacar que ainda há questões pendentes em Llanos del Caudillo, como as escrituras de terra até agora não resolvidas, o que é terrivelmente injusto e está evidente em alguns depoimentos. Por isso, o documentário está longe de ter um acento pós-moderno; além de ser histórico-crítico, aponta um horizonte. Isso se deve a que não se trata de uma leitura passiva das memórias relatadas. O compromisso com a verdade dos fatos e com uma posição política contra os ditames da extrema-direita e de todas as formas de autoritarismo está presente nesta preciosa obra de Palacios e Post. Por meio do documentário, também é possível saber que, em 2013, a Organização das Nações Unidas passou a exigir da Espanha a investigação dos desaparecimentos forçados durante o franquismo.

Além disso, em fotos de ontem e hoje, é vibrante o registro de uma personagem, cujo sorriso a favor da vida aparece nos tempos de muito jovem e agora. Esta expressiva imagem remete a outro antropólogo francês, Marc Augé, em seu livro “Bonheurs du jour – Anthropologie de l’instant”. Augé propõe que vale buscar a alegria, apesar de tudo.

Na conjuntura da pandemia do Coronavírus, tive a oportunidade de participar de um debate virtual, em que Lucia Palacios e Dietmar Post estiveram presentes. Ali ambos nos contaram que o documentário levou vários anos para ser realizado. Durante o garimpo dos magníficos depoimentos e imagens, provavelmente também se deram oportunidade de viver intensamente as alegrias da vida, deixando-nos esta preciosa obra, referência do desejo de consolidação dos valores democráticos em todos os recantos do mundo.

Marlise Bassfeld
Jornalista brasileira-alemã com formação em psicanálise no Brasil, vive em Rheinfelden (Alemanha) desde 2011, onde trabalha com crianças do ensino básico, para quem, entre outras funções, dá cursos relacionados a temas de integração social e interculturalidade.


Rheinfelden, 26.5.2020




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