Pablo Martín Domínguez sobre La causa contra Franco

Lucía Palacios y Dietmar Post ejercen como catalizadores de un relato abierto que otros narran.

En el tiempo de la reproductibilidad técnica cuesta distinguir, cada vez más, la obra de arte de los productos de la industria de la cultura sencillamente por la sobreabundancia de éstos últimos. La Causa Contra Franco de Lucía Palacios y Dietmar Post cumple, sobresalientemente, con todos los requisitos para contarse entre las obras de arte. Su radical interés brilla en un contenido con una doble mirada, tanto hacia la causa argentina contra el franquismo como hacia si mismo refiriéndose a la dilatada historia de género documental.


El desafío de toda obra de arte siempre es necesariamente el de la presencia de lo no presente, problema que se maximiza con la naturaleza etérea, a menudo inconexa y fragmentaria que entraña la misma memoria. La causa Contra Franco presenta una constelación de relatos, desde María Eugenia Yagüe a Mercona Puig Antich pasando por Lidia Falcon o Darío Rivas. Todos ellos tejen una presencia de unos hechos que conforman el mosaico de víctimas y verdugos que comenzó con la rebelión militar de 1936 y perduró incluso después de muerto Franco. La grandeza de los creadores del documental radica en su capacidad de encajar todas esas piezas a la manera de un Wotan en El Ocaso de los Dioses, que pese a no verse en ningún momento, su leitmotiv musical atraviesa toda la ópera. Lucía Palacios y Dietmar Post ejercen como catalizadores de un relato abierto que otros narran. Corresponde por tanto al espectador, componer una escena, que se articula en preciosos planos de los hablantes, a medio camino entre Dersu Uzala y Madre Coraje y surcados por los colores ocres de la luz y el paisaje de Iberia. Aquí no encontrarán la ficción de las noticias en directo, de la mirada quirúrgica del reportero, sino el amor artesano del maestro de ceremonias que da paso a los mejores artistas de la noche Berlinesa soñada en España.

Quien busque la verdad como si se tratase de un destino al que llegar, no lo hará en este documental. Éste es un viaje a Citera y nos corresponde a los espectadores el papel de Spyros. Habremos de descubrir que los testimonios ofrecen un desvelamiento paulatino de un pasado roto, ensangrentado, que requerirá de nuestro juicio para que cobre de verdadero sentido.

La responsabilidad honesta para con el pasado se encuentra en cepillarlo a contrapelo, mirar de espaldas al progreso para ver a las ruinas y vindicar el legado de barbarie. El horizonte del mundo en que vivimos es convulso y la amenaza de la victoria de los enemigos, tal como nos advirtieron, no respetará siquiera a los muertos. La causa Contra Franco es uno más de los disparos contra los relojes, uno de los artefactos que avanzan el tiempo – ahora. Es, en definitiva, un acto de verdad en una época de mentiras. Y como sabemos, decir la verdad en tiempos de mentiras es un acto revolucionario.

(Pablo Martín Domínguez es antropólogo y profesor)




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